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El sentido de un Instituto Universitario

Última modificación
Jue , 27/10/2022 - 12:08

El Instituto CIRCE, cuyo acrónimo viene de Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos, tiene por objeto la Investigación en Energías Renovables, Eficiencia de los Recursos y Sostenibilidad. Pero la escueta enunciación de ese objeto, no hace al Instituto más o menos singular.  Su singularidad la obtiene de su propia filosofía de trabajo. La presentación del Instituto en esta web, va más allá de la simple descripción de lo que hacemos, y nos centramos en por qué lo hacemos.

Los problemas reales nunca son parciales, unidimensionales. La fragmentación del conocimiento y de las profesiones es la característica más notable de la sociedad actual, aunque pase desapercibida. Hoy ya no puede valer el divide y vencerás, sino el integra y crecerás. El sentido de comunidad debe primar sobre el del especialismo. La cohesión debe compensar y superar los sentimientos más negativos que desunen.

Vivimos en un planeta finito con deseos infinitos. Estamos abocados al colapso si seguimos así. La tecnología es tan importante como la ética. Trabajar para la sostenibilidad de esta pequeña nave espacial que llamamos planeta Tierra no es una moda sino una necesidad urgente. En una generación un tercio de los que vivimos habremos desaparecido y a cambio habrán nacido otros dos tercios de personas cuya vida estará llena de artefactos tecnológicos, pero vaciándose aceleradamente de recursos naturales. ¿Cómo serán esos nuevos individuos que aún no han nacido? ¿Competirán, lucharán y guerrearán por esos recursos o colaborarán, compartirán y se auto-limitarán por ellos? El mundo que viene depende fuertemente de la educación de los jóvenes de hoy. Del tipo de valores que les inculquemos, del tipo de investigación que hagamos y de los problemas que resolvamos antes de que estos se degraden más y más. Es obvio que un mundo interconectado no será ignorante. Y si unos tienen energía, viajan, comen y viven opíparamente en paz, los demás querrán lo mismo, porque lo verán, lo desearan y reclamarán justicia para sí mismos. Así que los conflictos globales inevitablemente crecerán con la información. El cerebro humano es el recurso más extraordinario de este planeta y quizás del Universo. Podemos ponerlo a trabajar por la sostenibilidad física y ética de nuestro mundo o a trabajar para destruirlo. Ello depende fuertemente del papel que hayan jugado las universidades a lo largo de la próxima generación.

Los Institutos Universitarios deben ser clave, porque reúnen especialistas alrededor de un conjunto de problemas sociales ligados entre sí. Su intención es monotemática e interdisciplinar, a diferencia de los Departamentos cuya misión es cultivar una disciplina en sus variadas aplicaciones. Éstos últimos han sido y son muy valiosos en la economía de recursos universitarios, pero al promover la especialización, han promovido ciertas clases de supremacismo – por ejemplo, el de las ciencias frente a las letras-, la incomunicación, la fragmentación y en definitiva la incapacidad para resolver los problemas que la mundialización ha convertido en globales.

Como Instituto de Investigación queremos albergar una nueva filosofía universitaria. Queremos aspirar a ver el mundo en su conjunto y darle sentido al papel social de su investigación. Queremos promover la formación integral, ética y tecnológica, de las personas. Aspiramos a ser líderes sociales reuniendo a la Industria, la Administración y a la Sociedad con visión unificadora para afrontar los problemas sociales. Queremos ser un observatorio y un sistema de alarmas para analizar tendencias actuales y sus consecuencias. Y por supuesto, deseamos cultivar la excelencia en la investigación compartiendo tecnologías y visiones del futuro. Perseguimos fomentar la cohesión compartiendo valores, no solo técnicas o presupuestos. Hay que saber, saber hacer, hacer y hacer saber. El mundo se ha quedado pequeño pero la complejidad de los problemas ha crecido. O estamos a su altura o la mediocridad nos diluirá.

El cambio climático, por ejemplo, es un gran problema para el planeta, pero también para España y para Aragón. El CO2 no conoce fronteras y las emisiones siguen creciendo de forma exponencial. Si la Agencia Internacional de la Energía pone la alarma en no superar las 450ppm a nivel global, la Organización Meteorológica Mundial informa que se han alcanzado en Octubre de 2017 las 403.3 ppm “superando de nuevo la barrera de los 400, que se rebasó por primera vez en 2015, el año en el que se firmó el Acuerdo de París. La última vez que la Tierra conoció una cantidad de CO2 comparable fue hace entre tres y cinco millones de años: la temperatura era entre 2 y 3 grados más alta y el nivel del mar era 10 o 20 metros mayor que el actual". Es bien conocido que en los últimos tres años la temperatura media del Planeta  ha sido la más elevada desde que se toman registros y cada año mayor que el anterior.

Se necesitan acciones tanto de concienciación y adaptación como de mitigación. El medio natural, la agricultura, la producción de energía, la industria y la sociedad van a ser profundamente alteradas. Y la Universidad de Zaragoza no puede quedar al margen de este gravísimo problema. Una conjunción de  equipos de investigación y de Institutos alrededor de este problema en colaboración con las Administraciones Públicas, las empresas y las organizaciones sociales sería altamente necesaria.

A modo de ejemplo, el Ebro, con su variabilidad mediterránea está sujeto a periódicas  sequías e inundaciones con efectos catastróficos. Es necesario adaptar el Valle a éstos regímenes impredecibles. Aprovechar los embalses ya existentes e interconectarlos con un uso masivo de las energías renovables que pudieran revertir el agua hacia arriba. Sería un ejemplo mundial de lucha contra el cambio climático. Éste proyecto solo podría llevarse a cabo reuniendo a la Confederación Hidrográfica del Ebro, los Gobiernos Autonómicos del Valle, las empresas y las Universidades a través de sus Institutos.

Para frenar el cambio climático se necesitan energías renovables. La energía eólica, la solar, la hidráulica, la biomasa, la geotérmica y sus variadas integraciones son las tecnologías que están cambiando el panorama tecnológico mundial junto con la economía digital y la movilidad eléctrica. La transición energética es ya una realidad y una oportunidad. Para ello,  la Universidad de Zaragoza cuenta con el Instituto CIRCE.

Pero las energías renovables no tienen sentido si primero no se ahorra energía tanto en la industria, como en la movilidad o para su uso final. La eficiencia energética es clave en un mundo descarbonizado. Nuestra experiencia en este campo se remonta al  año 1986, incluso antes de que CIRCE naciera. En primer lugar, con el premio ASME Edward F. Obert concedido al prof. Antonio Valero y colaboradores por su Teoría General del Ahorro de Exergía así como el más prestigioso premio ASME James H. Potter, de Termodinámica Aplicada. Y en segundo lugar, el pionero trabajo del prof. Mariano Sanz con su cocina de inducción para Balay, cuyo desarrollo posterior en la Universidad de Zaragoza por sus especialistas en electrónica de potencia ha sido reconocido como un modelo de colaboración entre la Empresa y la Universidad.

A partir de allí, se ha trabajado en  innumerables sistemas de  carga rápida de vehículos eléctricos, para ciudades inteligentes, o en  eficiencia en redes eléctricas entre otras muchas aplicaciones. Y en sistemas térmicos se ha trabajado para mejorar la eficiencia energética de la industria y de los usuarios finales en general.  Cientos de artículos en revistas de gran impacto internacional y más de 50 tesis doctorales y sobre todo soluciones para las empresas avalan esta línea de trabajo.

Pero optimizar la eficiencia energética no resulta suficiente si no observamos integralmente el impacto de nuestros consumos. El uso masivo de agua en la industria,  en la agricultura y en los consumidores finales  debe ser racionalizado. La conservación del agua y de las masas fluviales como sistemas que soportan la vida necesitan energía para depurarse y la energía necesita agua para almacenarse, por ejemplo. Un país mediterráneo como España con variaciones hidrológicas extremas no puede ignorar su alta dependencia del agua. Por ello, la eficiencia en su uso, es otro de los campos en los que  los investigadores del Instituto  CIRCE han sido reconocidos internacionalmente.

Junto con el agua y la energía, los recursos materiales y los humanos constituyen un todo inseparable. Tanto la  movilidad eléctrica, como todas las energías renovables y las nuevas tecnologías digitales dependen fuertemente de materiales críticos. La dependencia actual de nuestra civilización de los combustibles fósiles podría dar lugar  otra dependencia, la basada en estos materiales críticos cuya escasez es notoria y que presentan además problemas geoestratégicos, de suministro, sociales y/o medioambientales. Los investigadores del instituto CIRCE llevan veinte años trabajando en este campo. Otra vez, la energía depende de los materiales que componen el soporte físico de su transformación, y para obtener éstos, se necesita cada vez más energía por unidad de elemento extraído, procesado y refinado.

Un planeta finito, no puede satisfacer un desarrollo ilimitado basado en materias primas escasas. Es necesario, promover la Economía Circular, mejor llamada Economía Espiral en la que el ser humano viva más del reciclado de los materiales que soportan las nuevas tecnologías  que de la creciente extracción minera global con enormes efectos sobre los ecosistemas, las masas de agua y sobre todo las poblaciones locales.

En esa preocupación también se añade la pérdida de suelos fértiles como un problema central para sostener la cadena alimentaria mundial. Los fertilizantes minerales deben dar paso a una fertilización inteligente que reintegre en los campos, con ayuda de la biota del suelo, los elementos naturales que la agricultura convencional extrae del suelo, cerrándose los ciclos naturales a partir de los mismos residuos agrícolas o alimentarios que nuestra sociedad produce. Es decir, el desarrollo de una Bioeconomía Circular complementaria e inter-penetrada con la Economía Circular. Si la Naturaleza no produce residuos ¿por qué los humanos estamos convirtiendo el planeta en un vertedero que afecta a la Atmósfera, la Hidrosfera y la corteza terrestre como sistemas que soportan la vida?

ResiduosUn Planeta sostenible, necesita muchas personas formadas e inteligentes que cuiden de él y lo mantengan vivo. Necesita cuentas para ver la destrucción anual de sus ecosistemas y de sus recursos naturales. Pero además necesita cambios de actitud en los seres humanos. No es posible una sociedad de usar y tirar. No es posible la obsolescencia programada. No todo vale en economía. Es necesario una Re-Economía donde reutilizar, repensar, reformar, recuperar, reinventar, rediseñar, rehusar, etc vayan incluso por delante de reciclar. La Socioeconomía es esencial en ese cambio. El mundo no puede moverse solo por tecnologías, el cambio de las personas, y su formación en las ideas de sostenibilidad es más importante que la tecnología. Y sin embargo, la Economía convencional ignora dentro de sus contabilidades  la actividad humana más importante, que es la generación y la formación de los hijos que a su vez serán los que moverán la economía del futuro. Por ello ninguna eficiencia de los recursos estará completa si faltan los recursos humanos y aquellas ciencias que los tratan para gestionar un mundo más ecológico, equitativo y equilibrado.

La educación es clave en estas tareas. No se puede investigar en cualquiera de los campos citados si no se enseña la filosofía que nos motiva a hacerlo. La actividad en formación de posgrado y doctorado del Instituto CIRCE ha sido continua y extensiva. Miles de estudiantes de más de sesenta países han venido a formarse con nosotros en los últimos veinte años. Fuimos pioneros en España en el Máster de Energías Renovables y Eficiencia Energética y hemos seguido  con extensivos programas de estudio y de colaboración con muchas instituciones y empresas internacionales.

Cada adelanto en el conocimiento debe convertirse en un impacto positivo para la humanidad, y difundirse lo más rápidamente posible. Ya no podemos prescindir de determinados conocimientos por decir que no son de nuestra especialidad, porque nuestra especialidad debe ser el Planeta y nuestro campo de acción, la proximidad, es decir, hacer realidad el piensa global y actúa local. Todo conocimiento como el Big Data, la tecnología del Blockchain, la Robótica, las Telecomunicaciones, las Nanotecnologías, la Biotecnología, la Genómica o cualquier otra nueva tecnología, no puede sernos ajena porque hay que colaborar con otros especialistas y ponernos a trabajar juntos para crear un mundo más sostenible.

La formación en tecnologías es muy interdisciplinar, pero necesita además una formación ética que inculque a las jóvenes generaciones un sentido de responsabilidad con el Planeta y con las personas. 

El sentido del Instituto universitario mixto CIRCE es,  al fin, Creer, Crear y Criar. Es decir, creer que un mundo más sostenible es posible, creando e hibridando nuevas tecnologías y formando tecnólogos  que den un sentido de responsabilidad no solo a sus conocimientos sino a su propia vida.

Antonio Valero 

Director del Instituto Mixto CIRCE.